Guillermo Vargas, el
hijo más querido de Sayán
Sus restos fueron
sepultados en medio de un mar humano
Sayán.- Escribe: Humbert Romero Verano.
El fin de semana el distrito de
Sayán izó su bandera a media asta en señal de duelo. Había dejado de existir
uno de sus hijos más queridos y predilectos. Y el pueblo lloró sin cesar,
porque ya no estará más el hombre de carisma y acento seguro que trataba a
todos por igual.
Máximo Guillermo Vargas Torres,
dejó de existir a los 77 años de edad, cuando la vida aún le sonreía y él
pretendía aferrarse a éste mundo para seguir trabajando por los suyos, dejando
la semilla de su ejemplo que algún día ha de germinar.
Su vida
Guillermo, nació en Sayán,
provincia de Huaura. Sus padres fueron doña Clorinda Torres Trujillo y don
Oswaldo Vargas Mena. De ellos aprendió a trabajar desde muy joven, aun cuando
cursaba sus estudios de educación primaria, aprovechaba los fines de semana
para vender frutas en el paradero del tren que llegaba hasta Maní. El pequeño
Guillermo supo de trabajo y estudio como pocos; sudó la gota gorda para llevar
la propina al colegio.
Más tarde estudiando la
secundaria en la Institución Educativa emblemática Luis Fabio Xammar de Huacho,
comenzó a tomar en serio el negocio y
emprendió vendiendo sus primeras baterías. Poco a poco fue convirtiéndose en un
próspero comerciante en merito a su dedicación, esfuerzo y entrega. Recorrió
montado en su pequeña bicicleta diversos pueblos de la serranía, en donde
ofrecía baterías, máquinas de coser y otros objetos. Su negocio iba creciendo y
él se hacía cada día más hombre, a pesar de su juventud.
Fundó su ferretería “San
Jerónimo”, la misma que la convirtió en una de las pioneras del distrito y la
provincia en general.
Conoció a la bella Judith Jaime,
de quien se enamoró a primera vista, jurándole amor eterno en el altar. Con
ella vivió hasta el último día de su vida.
Sus hijos
Don Guillermo Vargas y doña
Judith Jaime tuvieron cuatro hijos: Janina, Guillermo, Gabriela y Vanessa.
Además de sus nietos que él amaba como a sus propios hijos: Ronald y Camila.
Como padre fue el mejor hombre del mundo. No encontraremos en este
mundo un hombre tan amoroso, carismático, trabajador, bromista y protector como
nuestro Papá Guillermo. Afirma su hija Vanessa.
Ella termina afirmando que su
padre siempre solía decir: “Cuando yo
fui joven sufrí muchas necesidades y adversidades propias de la vida; pero
ahora trabajo para que a mis hijos no les falte nada”:
Sus cuatro hijos han heredado su
temple por el trabajo, amor filial y de ayuda al prójimo. Viven en el marco de
la unidad pero bajo la bendición y
protección espiritual de su papá “Memo”.
Un buen día, Guillermo Vargas
confesó entre sus amistades: Tengo
tantas amistades y admiradores; pero como mis hijos no encuentro en este mundo,
ellos son mis fieles amigos e hijos gratos como deben ser.
Efectivamente, sus hijos fueron
sus grandes admiradores de su incansable y ejemplar labor de hombre de bien.
A nuestro padre, no sólo lo hemos querido como tal, sino que lo hemos
admirado y vivido orgullosos de él; demostrándole en cada momento de nuestras
vidas lo mucho que representó para la familia. Cada que le recordábamos, él se
contentaba y solía abrazarnos en señal de felicidad. Culmina Vannesa.
La comunidad
Guillermo Vargas fue un hombre
muy comprometido con la problemática de la sociedad. Por ello fue uno de los
primeros regidores de la municipalidad distrital de Sayán, cuando aquella
encargatura era ad honorem y sólo los hombres más honorables de la ciudad eran
designados para el cargo.
Fue, además, socio del Club
Independiente, Buenos Aires y el Social de Sayán; socio del Club Tennis, Social
y otros en la ciudad de Huacho.
Incansable colaborador con la
gente del distrito de Sayán, pueblo que amó profundamente y dónde por su último
deseo, descansan ahora sus restos mortales.
Así fue don Guillermo Vargas.
Hombre de lucha, trabajo y esfuerzo por los demás. Hombre de ejemplo para las
generaciones venideras. Hombre que deja un gran legado: Trabajo, emprendimiento
y amor por su familia, su pueblo y la comunidad.
Descansa en paz, don Guillermo
Vargas. Y gracias por tus sabias
enseñanzas. Tus hijos conservan tus hermosos recuerdos y anécdotas, tu pueblo
añorará por los siglos de tu ausencia, mientras goces de la presencia del
altísimo en el reino de Dios.
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