DIARIO PERÚ PRIMERO

DIARIO PERÚ PRIMERO
Director: Humbert Romero Verano.

miércoles, 14 de agosto de 2013

EDITORIAL

Salud a la deriva
 

Escribe: Humbert Romero Verano
Más allá de que la huelga médica que se realiza a nivel nacional desde hace casi un mes llegase a su término, y más allá de que autoridades y galenos lleguen a un acuerdo feliz finalmente, alguien se ha hecho esta pregunta: ¿Quién vela por la atención oportuna de los miles de pacientes que virtualmente mendigan por tener este servicio tan importante para su supervivencia?
Puede ser que, efectivamente, las razones esgrimidas por los profesionales de la salud sean válidas, cómo no. Puede ser. Lo que es digno de crítica es que los pacientes, con medida de protesta de por medio y con toda razón, siempre resultan convirtiéndose en la pita más débil que se rompe por la insensibilidad del sector. Esa es la verdad, dura, real y penosa. En el Perú, como dice ese antiguo pensamiento popular, está prohibido ahora enfermarse. ¡Va de retro!
Y esto es inconcebible, por decir lo menos, porque si ahora que nos ufanamos de que nuestra caja fiscal se encuentra rebosante de salud económica, entonces: ¿qué es lo que está pasando en este bendito país donde vemos incluso casi a diario muertes de pacientes por negligencia médica? ¿O nuestras universidades no son exactamente verdaderas fraguas de conocimiento para tener mejores cuadros de profesionales de la salud?

Pero la mala praxis médica no es un mal exclusivo de algunos mediocres profesionales de la salud en los nosocomios públicos, sino que también los encontramos en las más rimbombantes clínicas de Lima y de las regiones del país. Y, muerto el paciente, siempre tratarán ellos de esgrimir una justificación que los exima de una denuncia penal, como sea. Sin embargo, cuando el caso de estos se judicializa en los tribunales de justicia, allí sí que las cosas se complican para los enfermos (muertos en algunos casos)  y/o sus familias, por la nefasta corrupción existente en los estrados jurisdiccionales de este Perú. Esa es la otra realidad de la cruda incertidumbre de enfermarse en nuestro país.
Todo este estado de cosas, como este insufrible paro médico del que hablamos al inicio, llevado a cabo contra viento y marea por sus actores, sin importarles un bledo que eso significaba en los hechos dejar en la inopia sanitaria a miles de niños, jóvenes y ancianos necesitados de la mano solidaria y profesional que los salvará de la muerte, ha hecho poner de pie a la opinión pública al punto que ella ha sabido expresar su rechazo unánime por la frialdad e indiferencia mostrada por los responsables y ejecutores de la irresponsable medida de fuerza.
A todo esto también debemos poner en el ojo de la crítica pública la irresponsabilidad –por decir lo menos-al Ejecutivo personificado por el presidente Ollanta Humala, quien, mucho antes de asumir el mando como tal en el 2011, salió en un mitin realizado en la Plaza Dos de Mayo para anunciar la construcción de un hospital en cada provincia del país. Claro que eso fue música celestial para los crédulos que escuchaban esas promesas tan simpáticas y oportunas de un “nacionalista”, porque, valgan verdades, el pueblo arrastra como un lastre de plomo la desatención o el maltrato de malos médicos a quienes jamás les importa ni les importó cumplir con su juramento Hipocrático, vale decir velar –por todo y ante todo- por el bienestar del enfermo. Y este es pues el principio Alfa-1 en el que ellos se zurraron grotesca y malévolamente en el país que los acoge.

…Palabras…palabras…tan solo palabras…
“¡La salud no es un privilegio, porque es un derecho de todos!”, reclamó Humala en medio de una enfervorizada masa que lo aplaudía a rabiar en esa oportunidad, porque esa masa que los acompañaba sí había lidiado con mediocres y malos profesionales de la salud, incluidas las auxiliares conocidas como enfermeras, porque existe de todo en la Viña del Señor como se dice.
Demás está decir que lo prometido por el señor Humala nunca se cumplió, por lo menos hasta ayer, porque durante sus apariciones públicas posteriores salió a decir que “ya no se va a poder construir un hospital en cada provincia, porque ahora en realidad planteamos en la creación estratégica de hospitales (Minsa o de EsSalud), así como hospitales de neoplásicas en determinadas regiones”.
Ni uno ni otro proyecto ha cumplido el Ejecutivo, y menos le ha importado honrar sus promesas sobre este sensible tema. Más, en lo que va de vigente la administración humalista, el sector Salud ha tenido que soportar cuatro paros médicos, semejantes a fuertes temblores de grado siete entre los usuarios de la salud, por las razones esgrimidas previamente. Y esto no puede seguir así, porque con la salud de nadie se juega. No puede ser posible que la inercia e ineptitud de los asesores de Ollanta Humala no hayan podido hasta hoy encontrar una solución a este sempiterno problema: las huelgas médicas que se llevan periódicamente caen virtualmente como un rayo en el corazón de los pacientes más débiles porque son los que pagan los platos rotos directamente antela desidia de los profesionales de la salud.
Basta de castigar a nuestro sufrido pueblo, cuya salud corre peligro también debido a los embates de la naturaleza y por la aparición de males mediáticos que, muchas veces por descuido de los interesados o por mala praxis médica, terminan sus días en las frías losas de la morgue, tal como ya lo estamos viendo con esto de la gripe A H1N1.
Somos un país rico en todo, tal como lo dijo alguna vez Antonio Raymondi: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”. Y razón no le faltaba al sabio. Entonces, por qué el Ejecutivo no replantea su decisión y dispone la construcción de más hospitales regionales, para poder brindar así un  abanico de mejores alternativas al paciente necesitado de atención médica de primera y oportuna.

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